Laguna Esmeralda en Ushuaia: dentro de un fondo de pantalla

Mis sospechas se confirmaron al revisar las fotos en el ordenador: parecía que ese día hubiésemos estado caminando dentro de un paisaje ideal, como aquellas fotografías elegidas para la gloria que pasan a decorar tantos fondos de escritorio.

Los confines del extremo sur del continente americano guardan muchas sorpresas que por suerte, aún no han sido saqueadas por las guías de viajes más populares. Entre ellas, en el corazón de la Tierra del Fuego argentina, muy cerca de Ushuaia nos encontramos lo que podría ser otro valle con estanque, un trek más, otra magnífica demostración de lo que la naturaleza es capaz.

Sin embargo, los allí presentes coincidimos en que este lugar es uno de los parajes más hermosos que nunca hayamos pisado. Dicho esto, hay que añadir que quizá nuestro juicio resulte sesgado por el hecho crucial de haberlo visitado en un día con unas condiciones meteorológicas excepcionalmente buenas, insólitas para una región que cuenta con un historial de suicidios y desgracias debido a motivos muy estrechamente relacionados con la dureza del clima.

Imagen sacada directamente de la tarjeta de memoria de la cámara, sin pasar por el Photoshop (aparte del logo). Fresca fresca, oiga.

El mágico riachuelo que zigzaguea montaña abajo nos auguraba grandes instantáneas.

Y ahora sí, las serenísimas aguas de la Laguna Esmeralda al final de la tarde con su glaciar de fondo, bautizado por mi como Cara de Perro. Vale, parece ser que se llama Ojo del Albino.

Gran parte del recorrido que conduce a la laguna sigue un riachuelo, en el que el agua adquiere un tono conocido como leche de glaciar, debido a la composición de los minerales que arrastra.

Cielos de cristal para un día con una luz increíble, como en un cuadro de pintura flamenca.

El hechizo de la Laguna Esmeralda se cebó definitivamente con nosotros al descubrir más arriba este bosque muerto, en el que el blanco inmaculado de los troncos resecos contrasta en medio de los fabulosos colores patagónicos.

Las lanzas del ejército de espectros de la Tierra del Fuego. Épico.

Los castores son una plaga foránea, que construyendo sus diques destruyeron el trazado original del arroyo. Al mismo tiempo han creado un sistema de saltos de agua que permiten que fotografías como esta sean posibles.

Por obra de estos roedores algunos tramos del río se han convertido en una serie de pequeños lagos, conectados entre sí.

La excursión también incluye una cascada que no tiene nada que ver con la ingeniería de los castores. Aquí el agua fluye por un corredor esculpido en la roca.

Nicolás nos da una idea sobre el tamaño de la Laguna Esmeralda.

Otra atracción inesperada del lugar: campos de turba que acolchan el caminar (como algunas pasarelas mecánicas de los aeropuertos, donde rebotas levemente al andar sobre ellas). Se trata de una masa de plantas que debido a las condiciones climatológicas de la zona, al morir no se terminan de descomponer, creando un estrato de varias capas blandas sobre las que da gusto pisar.

Un árbol se une a la performance retorciéndose a un lado del sendero, justo después de atravesar un pequeño bosque.

No era un bosque encantado, pero nosotros estábamos encantados con él.