Chapada Diamantina: Cuevas y cascadas de otro mundo
Publicado por Ra Moon
Si estás planeando un primer viaje a Brasil y no sabes por dónde empezar, mi sugerencia es que busques en el mapa Salvador de BahÃa y una vez localizada, internarse tierra adentro hacia los dominios del parque nacional Chapada Diamantina.
Por una parte, Salvador es la quinta esencia de la cultura brasileña, un centro de tropicalismo y negritud ideal para comenzar a descubrir el paÃs de la batucada.
En cuanto al parque, todo es extraordinario en Chapada, pero esta tierra de oro y de diamantes despunta del resto de los parques naturales del mundo mundial por dos razones: sus prodigiosas cavernas y pozos inundados de mágicos colores (aunque los más destacados no estén técnicamente incluidos en él) y segundo, por los cientos de cataratas que salpican su esculpido territorio, algunas de ellas asiduas a los rankings de cascadas que circulan tan a menudo en la red.
Por una parte, Salvador es la quinta esencia de la cultura brasileña, un centro de tropicalismo y negritud ideal para comenzar a descubrir el paÃs de la batucada.
En cuanto al parque, todo es extraordinario en Chapada, pero esta tierra de oro y de diamantes despunta del resto de los parques naturales del mundo mundial por dos razones: sus prodigiosas cavernas y pozos inundados de mágicos colores (aunque los más destacados no estén técnicamente incluidos en él) y segundo, por los cientos de cataratas que salpican su esculpido territorio, algunas de ellas asiduas a los rankings de cascadas que circulan tan a menudo en la red.
El Pozo Azul es una de las joyas de la corona, una cueva inundada que guardaba un valioso tesoro en sus profundidades. No hace mucho tiempo se descubrieron en ella los huesos de unas cuarenta especies de animales diferentes, la mayorÃa ya extintos. Imagen de Raphael Koerich
Un reportaje de la National Geographic cuenta el relato de la expedición cientÃfica que rescató, entre otros, el esqueleto completo de un Megatherium, una bestia del tamaño de un elefante.
Imagen de Fred Schinke
Esta permitido nadar en las aguas cristalinas del Poço Azul, que permiten contemplar claramente las caprichosas formas de la cueva y hasta antiguos restos de árboles sumergidos en muy buen estado de conservación. Imagen de Pedro Angelini
Por el subsuelo de la región corren incontables rÃos subterráneos recogiendo el agua que se filtra de la superficie. Esto provoca un desgaste paulatino hasta que, como en estas grutas, el suelo se hunde y nos deja la puerta abierta para bajar a descubrir maravillas como el Pozo Azul. Imagen de Otávio Nogueira
No confundir el Pozo Azul con el Pozo Encantado (en al imagen). Éste último es un delicado ecosistema por donde a ciertas horas del dÃa, de abril a setiembre, se cuela este chorro de luz celestial a través de una abertura, cual pelÃcula de Indiana Jones. Imagen de Miradas.com.br
Con la claridad de estas aguas, no se dirÃa que la caverna tenga unos sesenta metros de profundidad. Hay que verlo para creerlo, o no olvidarse la cámara para que vean que no exageras cuando quieras explicarlo. Imagen de Paul Goodman
Atención, otra cueva distinta: esta es la llamada Gruta Azul, y sus aguas se comunican con las del rÃo Pratinha (ver las fotos siguientes). Imagen de Miradas.com.br
La Gruta da Pratinha ocupa un tramo del rÃo del mismo nombre y también le delatan los azules caracterÃsticos que la riqueza en minerales de estas tierras poseen.
Imagen de Miradas.com.br
Imagen de Fred Schinke
Para terminar con el capitulo subterráneo, tan sólo añadir que Chapada cuenta con montones de cuevas un poco menos excepcionalmente espectaculares, pero aún asà de indudable valor espeleológico, incluyendo formaciones de estalagmitas muy raras. Imagen de Rosino
Estalagmitas de formas únicas en el mundo, como esta flor de aragonita (o más bien cardo, dirÃa yo), que brotó en la Cueva Torrinha.
Imagen de Valdiney Pimenta
Ahora vienen las cascadas, como la que se encuentra al final de este Canyon do Buracão.
Imagen de Joao Vicente
Y al final del cañón, la Cascada de Buracão. Observa lo pequeño que es el señor (o señora) que está sentado en su base.
Imagen de Joao Vicente
La Cascada de Fumacinha es considerada la más bella por los pocos que lo visitan. Si el chorro de agua no es suficiente, esta se convierte en una etérea cortina de vapor, antes de llegar a la charca.
Imagen de Karsten Rau
La ruta para llegar a Fumacinha es un poco dura, pero estos cien metros de salto de agua entre paredes inclinadas vale la pena el esfuerzo. Imagen de José Gutiérrez
La Cascada de Mixila es otra belleza escondida en una brecha de un valles cercano a Lençóis.
Imagen de Winter steele9
Lençóis es una pintoresca localidad utilizada habitualmente como campo base para explorar la región.
Imagen de Otávio Nogueira
Actualmente el pueblo cuenta con una óptima infraestructura para abastecer a los viajeros que se acercan por aquÃ.
Imagen de Rosino
El alÃvio cómico de hoy lo encontramos en una tradición de Mucugê, otro de los pueblos alrededor del parque. Esto que parece un ataud con ruedas no es usado para irse al otro mundo, sino que es el método de transporte para traer a los borrachos de vuelta a su casa. Se encuentra estacionado a disposición de los usuarios en el jardÃn de la plaza principal. Imagen de Chico Ferreira
me ha gustado mucho esta informacion gracias a quien la haya subida
ResponderEliminarMe han invitado y me voy
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